Pintaste de un carmín amoratado
tus labios,
para disimular un triste gesto
que decrece inevitable
en un cauce de lágrimas
¿cuando fue que?
tú sonrisa se convirtió en llanto,
en olvido,
tu pecho se atrofió de escarcha;
Agonizantes latidos,
ya no se escucha el repicar de las campanas,
fue derruido lo que fue un Sagrado adoquín,
por la pesadumbre y el cansancio,
con un ensordecedor grito
de silencio;
Ayer soñé que
te dispersabas como polvo en el soplo de mi aliento,
tan inaccesible como una rosa coronada sólo de espinas,
entre sueños vi tu rostro como duro cristal y sin reflejo,
te soñé como presagios de neblina
barrenados como cerrojos entre mis uñas,
Ayer soñé que tu piel era como mármol helado
sólo al tacto de mi mano,
te vi entre sueños exhumándome de tu pecho
como un viejo estuche funerario;
Entonces ya no hubo más sueños,
todo se fundió al ocaso de tu luna.