Por dejar “el aquí” haría retroceder el momento
en que cruje la sonrisa su canto;
una suavidad la envuelve,
un rojo carne blinda sus contornos.
Antes de ser palabra, antes de llegar al mediodía, calla,
inspecciona en mí la materia blanda para su caída.
Por dejar el aquí, un cuerpo en la penumbra se abre,
deja caer el golpe de su paso,
proyecta sus músculos adheridos a la sombra;
el verlo así me tiene en una cárcel.
Luz, es todo lo que bebe el ojo derecho,
y así resbala hasta llegar atrás del olvido.