La marcha, hacia dónde va la marcha y de dónde viene. De donde la muerte se ha apostado, las emboscadas/todas, los heridos/todos, los muertos/todos, los que huyeron/todos, los desollados/todos, las fosas/todas, de ahí parte la marcha. El vocifero, hecho de cientos de labios, empuja, barre la calles. Sin embargo, en su fondo corre un turbio río de silencio enrojecido por la rabia y los cuerpos abiertos. Todos lo sabemos y por esto elevamos más alto la garganta, el puño, el dolor que no más nos es ajeno y nuestro propio miedo que tiembla pero avanza. La marcha es a un punto inubicable, a una ausencia que claramente miramos colgar como una prenda en el aire pero que, por el momento, es incertidumbre clavada a nuestro costado. Se repite tu rostro en muchas imágenes, como una forma de amarrar tu presencia que se agita y escapa en el viento; entre las redes de gritos que te nombran. Hacia ti va la marcha, hacia allá camino, hacia ti va, hacia nosotros todos.