Pasan las horas
tendido a tu costado
sembrando tu cuerpo,
tus senos menudos
y salvajes
que me llamaron
desde la otra muerte
desde el espejo humeante
de nuestro nacimiento,
de nuestro renacer;
renazco en tus piernas
renaces en mi pecho.
Recibimos la luz
y se apago el deseo,
recibimos los labios
y menguó la sed,
la sed de tu piel
la sed de mi piel.
Piel morena
que llueve
hora tras hora,
día tras día,
sobre mi piel,
mi piel que llueve
hora tras hora,
día tras día
sobre tu piel.
Amor,
deseo,
lascivia
nos juntan
y corrompen,
nos guardan
y pervierten.
Nos alejamos de todo,
vampiros huyendo
del amanecer,
un par de niños
huyendo de la noche,
lanzándonos
a los brazos del otro
y entregando nuestros cuerpos
para matar el miedo,
el hambre,
la soledad.
Mordemos,
besamos,
arañamos,
besamos.
Damos
y arrebatamos
nuestros sexos,
nos fundimos,
nos espanta la oscuridad
que nos rodea,
huimos de ella
penetrándonos,
usando de escudo
tu piel
y mi piel,
nuestros pechos
desnudos y vacios,
que aman
sin saber amar,
aman,
lloran,
llueven por horas,
exhaustos
los brazos,
las lenguas,
las manos,
las piernas,
los sexos,
duermen
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