«Bajtín ofrece un imperativo ético tanto para el comportamiento
lingüístico como para todas las demás formas de comportamiento
social: uno debería dirigirse a los demás teniendo en mente
su capacidad para responder de manera
significativa, responsable y, sobretodo, inesperada.»
Gary Saul Morson
La escritura del libro de poemas Morada del Colibrí surge de la idea de llevar al ámbito de la poesía mi visualización con respecto a la cultura en Latinoamérica, hecho humano que ha dado la respuesta más cabal y significativa en apoyo a la exigencia de esta región, por una existencia con dignidad, por el derecho a la vida dentro del respeto y la equidad, por la verdadera apropiación de su historia.
Esta aspiración de nuestros pueblos me ha sido materia de tratamiento por medio de una urdimbre de reflexiones que dio por resultado anterior un texto ensayístico al que denominé La Iguana y el Colibrí. La fusión y disyunción de la Iguana y el Colibrí viene a representar en el ámbito de la cultura, lo que la simbología del Águila y la Serpiente en el pensamiento político-nacional mexicano. El Colibrí es al Águila lo que la Iguana a la Serpiente, los extremos de abajo y arriba sujetos en un nudo aéreo y terrestre al mismo tiempo.
Si el Águila representa los asuntos aéreos y la Serpiente los de la tierra ceñidos en una propuesta de cosmos y planeta atados en un destino, la Iguana y el Colibrí vendrían a representar la sustancia imaginativa de esas dos magnitudes entrelazadas, el espíritu de ese nudo de plumas volátiles y de dermalgias terrestres. Nuevamente el cielo y la tierra amarrados en la visión prehispánica, pero visión traída a nuestros días por medio de la lectura de signos que nos da el enlazamiento de la Iguana y el Colibrí, existencias también americanas.
La Iguana es la representación del tiempo, de nuestro tiempo americano, de un tiempo sabio nutrido de las enseñanzas planetarias, es un fragmento del
planeta; por lo tanto, el símbolo que le corresponde es la línea horizontal. La Iguana, la sabiduría del planeta se desplaza horizontalmente; va recuperando para su sabiduría cada palmo, cada milímetro de planeta que su piel recorre, su horizontalidad es sapiencia.
De acuerdo con herpetólogos y ornitólogos, las aves devienen de los saurios, con el trabajo de los siglos sus patas delanteras se convirtieron en alas para inaugurar el vuelo. El Colibrí, entonces, surge de la Iguana, de su sabiduría y se convierte en la imaginación de ésta, es decir, en su vuelo. Por lo tanto, la línea que le corresponde al Colibrí es la vertical, es el vuelo que se eleva partiendo del punto iguánido. Por medio del Colibrí (la imaginación de la tierra) la sabiduría se eleva a ser en las rutas del aire. La verticalidad es la imaginación que la sabiduría produce.
En esa forma la Iguana y el Colibrí, horizontal y vertical del universo latinoamericano, no en nudo central como el Águila y la Serpiente, sino a partir del vértice que forman a la izquierda del plano, establecen una realidad orgánica en la que queda representado el intelecto de la América nuestra.
En una síntesis dialéctica se podría estimar que la línea horizontal del diagrama corresponde a la ciencia (la tierra hecha sabiduría) y la línea vertical a las artes (la tierra hecha imaginación) pero habría que admitir que la contradicción externa aquí planteada lleva implícita una contradicción interna que se localiza en las contradicciones internas y externas que se dan a su vez en cada una de las dos rectas (la imaginación que lleva al conocimiento y el conocimiento que lleva a la imaginación durante el proceso de desarrollo tanto en las ciencias como en las artes).
El ángulo está formado. La Iguana y el Colibrí hacen su trabajo y en el espectro angular que integran las líneas horizontal y vertical en interacción perpetua, se establece la Casa del Colibrí, la cultura
latinoamericana.
En el recinto angular que forman la Iguana y el Colibrí nació la propuesta poética que denomino “Mural literario” o “Poemurales” que trata de constituir una manera de expresar con el lenguaje de nuestro tiempo (al que pretende inventar en parte creando una “forma de formas”) los asuntos del presente, sin desligarse del pasado ni del futuro que les dan existencia.
¿Cuál es esa contemporánea forma de formas? La idea parte de que toda buena obra tiene su origen en el juego. El hombre juega en sus mejores momentos y de ello surge la pieza artística. En lo lúdico está la esencia del gran arte. Juegan Beethoven con los sonidos, con las formas Picasso. Juegan Vivaldi y Bach, Debussy y Vaughn Williams. Juega Moore con líneas y volúmenes, Fellini con imágenes, Gaudí con los espacios y sus funciones. La gran obra ha surgido siempre del juego.
De la observación de estas experiencias surge la idea de los “Poemurales”, extensas piezas poéticas que convocan todos los lenguajes vigentes en esta era. Un “poemural”, algo de la “unidad en la variedad” aristotélica, desarrolla un tema a través de una larga tirada en la que participan diferentes tipos de simbologías y de procedimientos verbales sin que por ello –y esto es finalmente su característica principal- pierda su integración cabal.
Así el poema utiliza tanto elementos de poesía de lo cotidiano como las formas crípticas de máxima experimentación verbal (el poeta Lezama es uno de sus “santos patrones”), pasando por el poema en prosa y por los legados de las expresiones vanguardistas. Confluyen en la misma tarea dichos populares, letras de canciones y frases engendradas por el lenguaje publicitario, recursos gráficos y procedimientos propios de la poesía visual y concreta; onomatopeyas, interjecciones, extranjerismos (la impureza es vital), castellanización de palabras tomadas de otros idiomas, neologismos; las aportaciones simbológicas de
la ciencia y la técnica; los datos históricos y biográficos poco comunes que bien ayudan a la aventura fascinante del hermetismo, robusteciendo, en fin, cada elemento utilizado, el fecundo vientre semiótico. Todo está convocado para dar forma al contexto del juego.
Al referirse críticamente a la posición estética de Herman Broch, el novelista Milan Kundera habla de un nuevo arte capaz de soldar en una única música la filosofía, la narración y el ensueño. Broch ya planteaba para la novela la participación de otros géneros como relato, reportaje, poema, ensayo y crear con todos ellos la polifonía.
En el momento de crear Broch la definición “polihistórico” planteaba la movilización de todos los medios intelectuales y todas las formas poéticas para la creación de la obra. El “Poemural” de muchas formas coincide con esta idea en el terreno de la creación poética, de tal modo que la obra sea una sola verdad de cuerpo poligonal; una fuerza orgánica que cuente con la vitalidad de todos los elementos que contribuyeron para darle corazón y cerebro.
Esta es –apuntada a grandes rasgos- la teoría y la pretensión del “Poemural”. Su nombre es tomado de la corriente pictórica mexicana, el “muralismo”, como punto de identidad con los principios de modernidad y preocupación social que esta corriente planteaba desde su esencia profundamente latinoamericana. Se trata de designar de esta manera una obra monumental, perfectamente integrada, en la que confluyen los más variados elementos articulados en función del aliento poético.
El “poemuralismo” establece sy mayor punto de identidad con el muralista Siqueiros, al que considera el más moderno dentro de la corriente mencionada, no sólo por la temática y el tratamiento de su obra artística, sino por los elementos técnicos empleados para su realización. Siqueiros reúne en su presencia artística la fuerza, la sensibilidad, el conocimiento y el compromiso.
“solamente los nuevos elementos e instrumentos, material y políticamente útiles, pueden resolver los problemas físicos, políticos y estéticos de la Edad Moderna”, sostuvo David Alfaro Siqueiros, y al mismo tiempo que pone en uso la piroxilina y la pistola de aire y aplica el cemento como material de soporte, ejerce la novedad de las formas y plantea su pensamiento teórico en manifiestos y convocatorias. Señala las injusticias sociales de la actualidad por medio del muralismo, cuya actitud narrativa proviene en gran medida de los códices prehispánicos. Cultura de los tiempos americanos. Testimonios del hombre. Iguana y Colibrí sumándose.
El “Poemuralismo” recoge el compromiso de los grandes artistas y movimientos artísticos contemporáneos. En él habitan Siqueiros, José Revueltas, Martí, López Velarde, Guillén, Tablada, Vallejo, Neruda, Juan Carlos Onetti, Alejo Carpentier, Aurora Reyes, el Estridentismo, el Creacionismo, el Indigenismo, lo Telúrico, está Sor Juana y está Rulfo, están Girondo y Lugones, Brull y Arzubide, el bolivariano Pellicer, por referirme tan sólo a lo literario y a Siqueiros.
Consecuente con su origen, el “Poemuralismo” ha hecho a través de poemas como In memoriam, Guitarra, el Río, etc., un homenaje a la cultura latinoamericana, de la que somos barro y vuelo, un homenaje a su pasado y a su presente en la idea de que el amoroso ángulo que nos cobija (Iguana y Colibrí), es eterno. Los “poemurales” están abiertos a todo lo que en el planeta se crea. Con gusto espera ese todo para darle aquí, en la infinita Morada del Colibrí, su color, su latido y su estatura.