Parece existir un consenso en que tanto la deslumbrante belleza como los convulsos acontecimientos que acompañaron la vida de Carmen Mondragón (1893 - 1978) han impedido observar sus creaciones artísticas con mayor detenimiento. Y es que los acontecimientos, personajes y emociones que forman parte de su vida son tan variopintos como su propia obra; la que incluye pintura, poesía, ensayo y composición musical. Pero si existe algo que defina a esta mujer en los diferentes ámbitos en los que se desenvolvió fue el desafío constante, ya fuera ante las ideas de moralidad de su tiempo o a las nociones preconcebidas de la estética académica predominante. Tal vez por esto es que los elementos más conservadores que le fueron contemporáneos la tacharon de loca.
Carmen Mondragón nació en el seno de una connotada familia mexicana que formó parte de la élite política y militar durante el período en el que Porfirio Díaz tuvo el control político del país (1876 – 1910), por lo que conoció la opulencia desde muy temprana edad.
Desde pequeña, escribía notas y reflexiones, tendencia que continuó por el resto de su vida, impulsada a llenar libretas completas con una cuidada caligrafía. Asistió al Colegio Francés, escuela de prestigio de donde se rumorea que encontró la manera de sortear los robustos muros y rejas para escapar por las noches. Contaba con un carácter fuerte, basta leer los versos que escribía desde los doce años para darse cuenta que desde esa temprana edad era una persona con pasiones, convicciones y una imperante necesidad de vivir. Además de esto, otra faceta que la caracterizó desde muy pequeña fue el que se sabía hermosa, sus cabellos dorados y ojos verdes la distinguieron incluso antes de que en su cuerpo se formara la figura que cautivaría a tantos hombres.
El 6 de agosto de 1913 tiene lugar su ceremonia de bodas, realizada en la Iglesia del Buen Tono, su novio era Manuel Rodríguez Lozano, un joven tres años menor
que ella. Algunas versiones indican que la boda no es voluntad de Carmen, sino de su padre el general Manuel Mondragón, sin embargo tiene lugar dos meses después de que este ha sido enviado al exilio, esto producto de su participación en los movimientos contrarrevolucionarios que habían ocurrido unos meses antes en México.
La pareja viaja entonces a Europa siguiendo a la familia de la novia, Carmen y Manuel tuvieron un hijo cuya muerte se convierte en otro misterio atroz con infinidad de versiones y especulaciones al respecto; que si murió sofocado por su madre, que si cayó accidentalmente por una escalera, e incluso que si su padre lo estrelló contra el suelo. Tras la muerte sobreviene el odio entre la pareja, todavía en 1920 Carmen vivía con su marido en un departamento de la Ciudad de México, permaneciendo casados hasta 1921.
Para 1922 Carmen conoce a Gerardo Murillo, quien había cambiado su nombre por el de Dr. Atl en un esfuerzo por tener una manera de referirse a él acorde con su personalidad y no con las circunstancias o la imposición de sus padres. Comenzó a vivir con él a pesar de la gran diferencia de edad, y de la misma manera en la que él se había bautizado con un nombre de raíz Náhuatl, rebautizó a Carmen como Nahui (cuatro) y Ollin (movimiento), que ella usó con una sola ele.
La química resultante de esta relación produce, de la mano de Nahui Olin, poesías que José Emilio Pacheco describe así: “Sus poemas delirantes rompen con todo, constituyen verdadera antipoesía y deben formar parte del vanguardismo mexicano”. Parte de esta “antipoesía” se recoge en su obra Óptica cerebral (1922), que trata temas como la esclavitud y el poder, nos dice sobre los poderosos: “hacen de los pueblos y de los mundos masas uniformes, manadas de borregos guiados por venerados criminales que se titulan gobiernos.” Continúa esta veta poética en 1923 con un poemario recitado en francés llamado Calinement je suis dedans
(tierra soy en el interior) y en 1924 con Á dix ans sur mon pupitre (A los diez años en mi pupitre).
Años después continuará su trabajo poético con Nahui-Olin (1927) y Energía cósmica (1937). Además de tres libros que al día de hoy permanecen inéditos: Una molécula de amor, Totalidad sexual del cosmos y un poemario sobre uno de sus amantes, Eugenio Agacino.
La poesía de Nahui Olin resulta relevante en no sólo por sus innovaciones estilísticas, sino por su posición respecto al papel de la mujer en la sociedad. Nahui es una de las pocas escritoras de su tiempo que goza con la sensualización de las palabras, porque para ella la vida no se explica sin la pasión de rebasar los límites establecidos. Junto con todo esto Nahui insiste en que es tierna en el interior: “Tierna/ en el interior/ del espíritu/ el sexo/ maravilloso/ a todos los ojos/ que/ la poseen/ viéndola.”
Posteriormente incursiona en la pintura ilustrando escenas de la campiña que la inspiraban, gatos con ojos similares a los suyos, momentos apasionados con sus amantes y autorretratos llenos de gracia. Críticamente se ha puesto en tela de juicio su técnica y académicamente se le ha agrupado entre los artistas naïf.
El muralista Diego Rivera estuvo fascinado ante la belleza de Nahui y la retrató en cuantas ocasiones tuvo la oportunidad, de hecho fue la única modelo a la que Diego Rivera pintó a lo largo de treinta años. Quienes viven o visitan la Ciudad de México, pueden observar algunos de estos retratos en algunos de los murales que Rivera realizó; en “La creación” del anfiteatro Bolivar, representada como la musa del erotismo, en el fresco “Día de muertos” que hizo para la planta baja del edificio sede de la Secretaría de Educación Pública, en el mural sobre la “Evolución de la cultura en México” ubicado en la escalera de palacio nacional, y en el mosaico que sirve de fachada para el Teatro de los Insurgentes “Historia del teatro en
México” donde la integró acompañando a otras figuras sobresalientes de la burguesía. Tras una relación conflictiva pero apasionada Nahui rompe con Dr. Atl en 1925 y tuvo una serie de relaciones.
Es a partir de esta época que la inconstancia plaga su vida, pues a pesar de inscribirse en cursos que iban desde mecanografía hasta composición musical, y demostrar talento en ellos, continuamente dejaba a un lado sus estudios por una u otra razón. En el caso de la música logró realizar composiciones e incluso dar conciertos, pero su falta de constancia no le permitió avanzar mucho más.
En 1932 varias de sus amistades en el mundo del arte la invitan a realizar una exposición en San Sebastián, y dos años después expuso en el vestíbulo del Hotel Regis veintidós óleos que fueron bien recibidos por la crítica. Jose Juan Crespo de la Serna reseñó tres de sus pinturas en 1944 y continuó participando en otras exposiciones hasta 1966.
Hacia su vejez fue presa del desorden mental, recorriendo las calles cercanas a la alameda de la Ciudad de México amenazando a los transeúntes con un paraguas o con su bastón, alimentando a las palomas o recogiendo gatos sin dueño, para mantenerse daba clases de dibujo en escuelas secundarias y vendía como tarjetas postales los desnudos que le hizo Antonio Garduño.
Murió en 1978 muy lejos de la fama y la opulencia de su juventud. Sin embargo, la carisma de su leyenda continuó y atrapó los corazones de gente como Tomás Zurián Ugarte, quien se ha dedicado a reunir el material de Nahui para promoverlo a través de exposiciones, análisis, ensayos, artículos y entrevistas, además de facilitarlo a personas interesadas, llegando al grado de convertir su casa en un santuario en honor de esta artista. Más recientemente Patricia Rosas Lopátegui recogió su obra literaria completa de en un tomo publicado por la universidad de Nuevo León titulado Nahui Olin: sin principio ni fin. Vida, obra y varia
invención.
De esta mujer, artista, amante y rebelde se han dicho muchas cosas, seguramente no todas ellas ciertas; pero de lo que podemos estar seguros es que seguirá levantando pasiones, opiniones, juicios e incendiando corazones durante mucho tiempo más, tal y como lo hizo en vida.
Para más información recomiendo los siguientes trabajos:
ESPEJO, B. (2012) Nahui Ollin. Baluarte o víctima. Revista de la Universidad de México. No 99 pp: 38-43 http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/9912/pdf/99espejo.pdf
ARGÜELLES, J.D. (2012) Nahui Ollin o la elección del destino. La jornada semanal. http://www.jornada.unam.mx/2012/09/02/sem-juan.html
PACHECO, J.E. (2012) Nahui Olin, desdicha y esplendor. Proceso. http://www.proceso.com.mx/?p=301399
ROSAS LOPÁTEGUI, P. (2010) En el centenario de la Revolución Mexicana. Nahui, Antonieta y Nellie: transgresoras del siglo XX. Casa del tiempo. Vol III, época IV, Nº 28. pp: 2-6 http://repository.unm.edu/bitstream/handle/1928/21422/casa_del_tiempo_eIV_num28_02_06.pdf?sequence=1&isAllowed=y