El hombre en general tiene por naturaleza un pensamiento analógico, relaciona lo que no conoce con lo que si, de esta manera hay preguntas como qué pasa con la consciencia de una persona en el momento que deja de respirar.
Al respecto hay respuestas que responden de manera análoga con fenómenos como los ciclos naturales en los cuales hay recurrencia y continuidad como es la salida del sol por el Oriente o en un punto específico durante los solsticios y equinoccios. Al respecto algo similar debía de pasar con el ser humano o al menos con una parte de él.
Las personas de tiempos y culturas llamados “primitivos” poseían un conocimiento pre-científico de la realidad abundante en metáforas e imágenes de los diferentes espíritus que poblaban los fenómenos.
Haciendo un paréntesis, el pensamiento poético es una forma de conocimiento analógica a la que se añade el ritmo el cual es determinado por la estructura de las diferentes lenguas y vale la pena recordar a Nietzsche cuando refutó la supuesta inutilidad de la poesía diciendo que era el vehículo gracias al cual los hombres de la Antigüedad se comunicaban con sus dioses y podemos agregar que no solo eso sino que también los creaban.
La función primordial del poeta era nombrar las cosas pues en el contexto arcaico, las cosas existen gracias a la palabra. A este respecto en la búsqueda de respuestas al fin de la vida se nombraron geografías sagradas post mortem preservadas por tradición oral y por la escritura en casos como el Libro Egipcio de los Muertos3, el Bardo Thos Tol y textos americanos como códices tanto perdidos como preservados de tiempos inmediatamente anteriores a la conquista y el Libro del Consejo también conocido como Popol Vuh.
Estos últimos textos así como documentos obtenidos a través de informantes por investigadores como Sahagún nos dan una idea de la Weltanschauung mesoamericana antigua respecto a la Muerte y los rituales alrededor de esta.
En la
concepción nahua que no era al parecer muy distinta de la maya, una parte del muerto se preservaba, una especie de aliento o energía vital al que en náhuatl se nombraba yollotl y ol en tierras mayenses2, entidad que en el ritual mortuorio era quizás simbolizada por la piedra de jade o chalchihuitl4 colocada en la boca antes de la cremación.
El lugar a donde iba esta energía de la persona que podía ser alguno los 9 infiernos y 13 cielos estaba determinado por la forma en que el difunto había muerto, esto contrario a la concepción del Vedanta7 y otras filosofías de origen indostánico donde la transmigración del alma dependía de la ética practicada en vida así como la tradición judeocristiana donde el alma va al paraíso o infierno en función de la moral practicada en el transcurso de la vida lo cual está influenciado por el zoroastrismo con el que los hebreos tuvieron contacto en tiempos precristianos (en el Antiguo Testamento se habla del Sheol9 sobre el que se dice que es un lugar de sombras acerca del cual no existe mucha información).
Entre los sitios a los que podía ir el finado estaba el paraíso oriental llamado Tonatiuhichan o “casa del Sol” a donde iban los guerreros muertos en combate o en el téchcatl nombre nahua para la piedra de sacrificios. Al paraíso occidental o Cincalco (casa del maíz) iban las mujeres muertas en parto, era el lugar donde se trasformaban en diosas recibiendo el apelativo de cihuateteo1.
El Tlalocan1, 4 o paraíso del sur era a donde llegaban los muertos por rayo, los ahogados y todos aquellos que habían terminado sus días debido a enfermedades dérmicas.
En cada uno de estos topoi había “recompensas” como agua y abundancia de maíz frijol y otros alimentos en el caso del Tlalocan, así como jardines llenos de flores y el honor de acompañar al Sol en su paso y sus batallas sólo por citar algunos.
Sin embargo el macehual de muerte natural iba al Mictlan 1 donde pasaba por una serie de
pasajes muy probablemente con un carácter o simbolismo iniciático. El primer paso era cruzar el río Chignahuapan ayudado de un perro xoloitzcuintli, después venían etapas como dos montañas que se juntaban, una montaña de obsidiana, el lugar del viento que corta como navaja, y otros hasta llegar al Chignahumictlan4 lugar dónde habitaba Mictlantecuhtli y Mictecacíhuatl1 señores del inframundo, donde descansan o desaparecen las almas. Al parecer cada paso del inframundo estaba gobernado por una pareja de dioses como por ejemplo Nextepeua “el que riega ceniza” y su consorte Micapetlacalli, “caja de muerto” entre otras parejas de dioses que recuerdan a los dioses del panteón indostánico en los cuales son muy frecuentes las parejas de dioses.
Para los mayas también había trece cielos y nueve mundos inferiores. En las regiones uranias presidían los trece dioses u Oxlahuntikú y los Bolontikú en las regiones sub-terrestres. La región más profunda del inframundo llamada Mitnal era gobernada por Ah-puch5 el Señor de la Muerte. Sobre el resto de los señores de la noche se han identificado sus glifos representativos pero sus nombres continúan ignotos.
Respecto a la geografía sacra del inframundo maya es bueno citar el Popol Vuh7 en donde se mencionan dos ríos a la entrada uno entre jícaros espinosos y el otro, un río de sangre para después pasar a una encrucijada de cuatro caminos cada uno de un color: rojo, negro, blanco y amarillo. Estos caminos simbolizaban las cuatro direcciones del mundo relacionados con los Bacabe9 dioses que sostenían el mundo. Son encontrados en el Xibalbá así como en el mundo de los vivos en un simbolismo que evoca la correlación “como es arriba es abajo”.
Asimismo encontramos pasajes que son señalados como sitios de tortura: la Quequma-ha casa oscura donde solo hay tinieblas, la Xuxulim-ha con un fuerte viento frío , la Balami-ha habitada por tigres, la Zotzi-ha o casa de murciélagos y la Chayin-ha o
casa de navajas7.
No es claro lo que sucedía con el yollotl del individuo al llegar a su etapa final. Si desaparecía o se reabsorbía con el todo, quizás en la mentalidad original había un paralelismo con algunas concepciones del lejano oriente como el tharpa del Tibet6 equivalente al nirvana budista y la absorción en el Atman o Brahman8 de las tradiciones del subcontinente indio, hay que recordar que en la concepción tibetana se puede trascender la rueda de las rencarnaciones inclusive después de la muerte.
Estas culturas tienen una concepción cíclica de la vida y de la historia, en contraparte a la concepción lineal y progresiva del judeocristianismo, el racionalismo y los sistemas de pensamiento que le sucedieron. Para estos pueblos que constituyen raíces de lo que ahora es México, nada era estático y las recurrencias se reflejan en sus calendarios por ejemplo en la rueda katunica5 que al repetirse se repetían las condiciones cósmicas del ciclo anterior de la rueda. Bien podríamos preguntarnos si lo mismo ocurría con el individuo en un nivel micro.
Es común encontrar en diferentes culturas imágenes en donde el mundo de los muertos hay tinieblas, un río (recuérdese el Aqueronte) y varios niveles (los números 9 y 13 se encuentran en varias mitologías) y pruebas a las que se ve sometido el aliento del difunto en su tránsito lo cual quizás reflejen arquetipos presentes en el inconsciente colectivo de la humanidad matizado con los ritmos las imágenes y el paisaje de las condiciones materiales de cada lugar y por la estructura y ritmo de las distintas lenguas.
Roberto Lizárraga Jiménez
Arturo Neria Lima
Referencias
1. Caso Antonio. El Pueblo del Sol. Colección Popular. Fondo de Cultura Económica. México. 1953
2. De la Garza Mercedes. El Hombre en el Pensamiento Religioso Náhuatl y Maya. Cuaderno 14. Centro de Estudios Mayas. UNAM. México. 1978
3. Encyclopedia of World Mythology. Parragon. EEUU. 2008
4. Sahagún Fray
Bernardino. Suma Indiana. Biblioteca del Estudiante Universitario. UNAM. México. 1992
5. Morley Silvanus G. La Civilización Maya. Fondo de Cultura Económica. México. 1947
6. Neel Alexandra David. Textos Tibetanos Inéditos. Edit Kier. Buenos Aires. 1987
7. Popol Vuh. Las Antiguas Historias del Quiché. Colección Popular. Fondo de Cultura Económica. México. 1952
8. Schweitzer Albert. El Pensamiento de la India. Breviarios. Fondo de Cultura Económica. México. 1958
9. Thompson J. Eric S. Grandeza y Decadencia de los Mayas. Fondo de Cultura Económica. México. 1984
Glosario
Ah-Puch: Dios A en la clasificación de Schellhas referente a su aparición en los códices, está representado con cabeza de calavera y costillas desnudas. La deidad se encuentra asociada a la guerra, la muerte y los sacrificios.
Atman: No hay una traducción exacta en las lenguas occidentales para esta palabra de origen sánscrito pero en ocasiones se traduce como “el Alma Universal”.
Bardo Thos Tol: Textos conocidos principalmente en Occidente como Libro Tibetano de la Muerte.
Bakabe: Dioses de las cuatro direcciones del mundo, cada uno asociado con un color siendo el Norte blanco, el Poniente negro, el Sur amarillo y el Oriente rojo.
Bolontikú: Literalmente “nueve dioses “, hace referencia a los dioses de las regiones inferiores.
Brahmán: La realidad última en el sistema Vedanta, también funciona como sinónimo de Atman.
Oxlahuntikú: Termino usado para designar a los trece dioses de los niveles celestes. Literalmente significa trece dioses.
topoi: Lugares (griego clásico)
Rueda Katunica: Ciclos del calendario maya que tenían una recurrencia de veinte años o 7200 días.
Vedanta: Escuela de Filosofía fundada alrededor del 700 d.C. Sostiene que no hay más que una sola y única realidad siendo el universo percibido por los sentidos una ilusión. La palabra quiere decir “el último Veda”. Investiga la realidad última o Brahmán y sus manifestaciones
en el mundo fenomenal.
Weltanschauung: Visión del Mundo (alemán).