A espaldas de la ausencia se demuda el telégrafo. Despachos emotivos desangran mi interior. Maples Arce INTRODUCCIÓN A veces imagino la realidad como una aglomeración informe de edificios. Puedo representar con un edificio a una persona, una situación, una historia, después vinculo los edificios con puentes de concreto que corren sobre el aire o amontonándolos uno sobre otro y observo como en la fusión surgen ventanas, balconadas, jardines interiores, escaleras que desembocan al vacío o a una pared de ladrillos, habitaciones sin puertas o ventanas, etc. Imagino, moles de cemento rectangulares irguiéndose en explosión de formas sinestésicas y cenestésicas, casi siempre ensanchándose hacia la cumbre, germinando al ritmo urbano de música y perfume sintético; dúctiles, maleables, como enredaderas infinitas de vellosidad y cabello enmarañado, sobre la estoica faz de asfalto inabarcable. Tal vez imagino esto debido a que así es la ciudad de México, la ciudad donde nací y mis padres antes que yo y tres de mis abuelos antes que ellos. La cuidad en la que he pasado toda la vida y jamás he abandonado. Sin duda tiene su magia y su nota obscura sostenida, reptándole las noches y también los días. Sostengo, por experiencia, que aquí no es más peligrosa la noche que el día. Los EStridentistas cantaron a la ciudad y he aquí que encuentro la historia en sus palabras la historia perdida de la cotidianeidad que me define. “La ciudad insurrecta de anuncios luminosos flota en los almanaques, y allá de tarde en tarde, por la calle planchada se desangra un eléctrico. […] sus palabras mojadas se me echaron al cuello, y una locomotora sedienta de kilómetros la arrancó de mis brazos.” La ciudad de México florecía en 1921, cuando Maples Arce pegó en cuanta pared encontró el 1er Manifiesto Estridentista y en sus líneas demuestra que él también encontraba la belleza innegable de esta ciudad, sencillamente, ¡embriagadora,
estridente! “Cosmopoliticémonos. Ya no es posible tenerse en capítulos convencionales de arte nacional. Las noticias se expanden por telégrafo; sobre los rascacielos, esos maravillosos rascacielos tan vituperados por todo el mundo, hay nubes dromedarias, y entre sus tejidos musculares se conmueve el ascensor eléctrico. De las aproximaciones culturales y genésicas, tienden a borrarse los perfiles y los caracteres raciales, por medio de una labor selectiva eminente y rigurosa, mientras florece al sol de los meridianos actuales, la unidad psicológica del siglo. Las únicas fronteras posibles en arte son las propias infranqueables de nuestra emoción marginalista.” Los Estridentistas no han sido suficientemente estudiados, resulta a veces difícil hasta enumerar quienes fueron, así que arriesgo de omitir alguno, nombraré a: Manuel Maples Arce (1898-1981), veracruzano, iniciador del Estridentismo y artífice de la teoría estética del abstraccionismo. “En una entrevista publicada en El Universal Ilustrado (24 de agosto de 1922, p. 29 y 56), Maples Arce explica: […] que él se distingue de los creacionistas franceses porque éstos trabajan con un sistema de imágenes simples mientras que él lo hace con “imágenes dobles de relaciones y coordinaciones intraobjetivas, tomando en cuenta la similaridad y superposición de imágenes”. Entonces declara: “Lo que yo hago, puede llamarse abstraccionismo”. También estuvo Germán List Arzubide (1898-1998). “De todos los integrantes del grupo Estridentista, fue Germán Listarzubide quien mostraba mayor preocupación por las masas. A él se debe, seguramente, una de las líneas de desarrollo del Estridentismo que consiste en involucrar la creación poética con los movimientos sociales o religiosos del momento.” “Los periódicos pagados callan el asesinato de los perros. La oratoria es el arte de saquear los bolsillos y el recuerdo se vende de papel cortado el trabajo es un grito
amarillo ¿será un juego de bolsa lo del tiempo barato?” Otro Estridentista fue Arqueles Vela Salvatierra (1899-1977), quien casi seguramente era de Guatemala, aunque hay controversia sobre si pudo nacer en Tapachula Chiapas. Vivió inmerso en la vida académica y su libro más conocido fue: El café de nadie 1926, que incluía La señorita Etcétera, El café de nadie y Un crimen provisiona. Salvador Gallardo Dávalos (1893-1981), médico y político originario de San Luis Potosí, poeta y promotor cultural, organizaba funciones de teatro guiñol con Germán Cueto (1893-1975), quien fue pintor, escultor, diseñador de títeres, y titiritero, ilustró revistas y libros Estridentistas. Restirada en el eje —¡¡Paf!! De la gasolina se desarrolla rápida la cinta cinematográfica de calles ortodoxas de la ciudad lumínica Por último se considera a Luis Quintanilla Isasi 1893-1978, español, pero algunos críticos disientes, y debo estar de acuerdo por la naturaleza explicativa y narrativa de sentido lineal qua hay en su poética . Pese a haber sido Luis, el principal promotor del Teatro del murciélago . “Fue un error de la crítica clasificar como estridentista toda aquella manifestación artística que no cumpliera con los cánones tradicionales, tal como ocurrió con la producción poética de Luis Quintanilla (Kyn Taniya), quien a pesar de sus simpatías por el movimiento nunca militó en él y cuya poesía carece de los postulados esenciales del abstraccionismo”. List Arzubide en 1923, junto con Maples Arce, escribió y publicó el Manifiesto N°2 del Estridentismo, en su natal Puebla. En 1925, el gobernador del Estado de Veracruz, Hireberto Jara, se convirtió en mecenas del grupo y puso a su disposición una imprenta. En su libro El movimiento Estridentista , List Arzubide llama a Jalapa, Veracruz, durante los años 1925-1927: "Estridentópolis". En 1926, se fundó la revista Horizonte en Xalapa de la cual List Arzubide era editor.
Entre sus revistas se cuentan Ser (1922), Irradiador (1923), Semáforo (1924) y Horizonte (1926-1927), además del periódico El Gladiador. Rivera, Siquieros, Tamayo y Charlot, nombres que brillarían brevemente bajo el estandarte del Muralismo mexicano, se unieron a ellos: firmando los manifiestos del Estridentismo, participando en sus exposiciones y prestando obras para ilustrar el movimiento. MODERNIDAD, PERO NO MODERNISMO El padre del Estridentismo amaba la transformación industrializante que cargaba el lenguaje de connotaciones semánticas, palabras nuevas, sistemas, estructuras y formas jamás presentidas. “Esas rosas eléctricas de los cafés con música que estilizan sus noches con “poses” operísticas, languidecen de muerte, como las semifusas, en tanto que en la orquesta se encienden anilinas y bosteza la sífilis entre “tubos de estufa”. Equivocando un salto de trampolín, las joyas se confunden estrellas de catálogos Osram. El romanticismo caníbal de la música yankee Ha ido haciendo sus nidos en los mástiles. ¡Oh ciudad internacional! ¿Hacia qué remoto meridiano cortó aquel trasatlántico? Esta necesidad de renovar el lenguaje, de adecuarlo para narrar el mundo que ante sus ojos se levantaba en la reconstrucción de México, una vez terminada la Revolución, es lo que desboca a Maples Arce sobre: el abismo de enumeración de imágenes que se superponen, cenestesia, abstraccionismo, campos semánticos, vorágine creadora en marcha de espirales pluricéntricos; llamada Estridentismo y que lo lleva a terminar con estas palabras su primer manifiesto: “…yo, gloriosamente aislado, me ilumino en la maravillosa incandescencia de mis nervios eléctricos.” Las antiguas formas le resultaron insuficientes: “Desde las filas modernistas se empezó a notar una declinación y una actitud de cuestionamiento. Recordemos aquel famoso verso de Enrique González Martínez: “Tuércele el cuello al cisne de engañoso
plumaje…” del soneto incluido en su libro. Los senderos ocultos (1911) que preludiaban el término del Modernismo como sensibilidad poética dominante”. Había que romper con el Modernismo para hablar del nuevo mundo que se construía como un monstruo de asfalto, un franquenstein moderno y colosal estilo uróboros al revés, que avanza a pasos agigantados sobre sí mismo vomitándose, capa por capa, construyéndose, leviatán de las consciencias orgásmicas de la entropía. “Escoltas de tranvías que recorren las calles subversistas. Los escaparates asaltan las aceras, y el sol, saquea las avenidas. Al margen de los días tarifados de postes telefónicos desfilan paisajes momentáneos por sistemas de tubos ascensores”. Y hubo que torcerle el cuello al cisne, y a Enrique González Martínez también. Continuando con su loa por la ciudad, nos describe Arqueles Vela: “La belleza actualista de las máquinas de los puentes gímnicos reciamente extendidos sobre las vertientes por músculos de acero, el humo de las fábricas, las emociones cubistas de los grandes trasatlánticos con humeantes chimeneas de rojo y negro, anclados horoscópicamente —Ruiz Huidobro— junto a los muelles efervescentes y congestionados, el régimen industrialista de las grandes ciudades palpitantes, las blusas (sic) azules de los obreros explosivos en esta hora emocionante y conmovida; toda esta belleza del siglo[…]” LA ÚNCA EXPRESIÓN INTELECTUAL DE LA REVOLUCIÓN MEXICANA Abrazaron los Estridentistas el simbolismo del nuevo México positivista, industrializante, lleno de adelantos tecnológicos; todo un milagro de la ciencia del hombre, una promesa de prosperidad, de progreso. Recordemos que durante la década de los 20, el país estaba reconstruyéndose tras haber sido el escenario de la primera Revolución Social del siglo XX. Se respiraba al fin la tan largamente añorada estabilidad, pasada la lucha armada de la Revolución Mexicana. “En una
encuesta aparecida en La Antorcha el 1 de noviembre de 1924(:11) Manuel Maples Arce manifiesta que el Estridentismo pretendía renovar el orden cultural establecido como un producto lógico de la Revoclución Mexicana; además afirma que la poesía Estridentista es la “única expresión intelectual de la Revolución” . Resulta divertido imaginar el significado de algunas palabras en este contexto. Palabras como industria, tecnología, modernidad; debían sonar a triunfo, al cielo prometido del mito judeo-cristiano, pero para los Estridentistas este cielo tenía como telón de fondo el socialismo Ruso, la “esquina nórdica”. “¡Oh el camino de hierro! Un incendio de alas a través del telégrafo. Trágicas chimeneas Agujeran el cielo. ¡Y el humo de las fábricas! (Así, todo, de lejos, se me dice como algo Imposible que nunca he tenido en las manos.) Un piano tangencial se acomoda en la sombra Del jardín inconcreto; los interiores todos Se exponen a la lluvia —selecciones de ópera—, En las esquinas nórdicas hay manifiestos rojos. […] Los pulmones de Rusia soplan hacia nosotros el viento de la revolución social. los asalta braguetas literarios nada comprenderán de esta nueva belleza sudorosa de siglos” En cambio Revolución debía ser una palabra muy polarizada, habría para quienes significara esperanza, una mejora constante y para quienes encerrara miedo y pobreza. Los Estridentistas eran del primer tipo, para ellos Revolución y modernidad era una misma cosa, la promesa del mañana y por ende, no podía tener connotaciones negativas. El quehacer de la Revolución, la renovación, el cambio prometido, aún no se habían conseguido, era necesario continuar la lucha en el campo ideológico y cultural, mediante la palabra y la construcción del significado y el lenguaje, puesto que es así como transforma el hombre la realidad. “¿Será el muerto el que chifla La Adelita en la esquina? Esto de las
traiciones son chismes de la luna”. “y el TREN partió la noche con su grito que untaba la invertebrada lejanía” ¿En qué consistía la esencia revolucionaria del Estridentismo? En ser subversiva, irreverente, en crear una propuesta estética nueva, que Maples Arce denominó “abstraccionismo”, para hablar y retratar el mundo que les tocó vivir, lleno de imágenes, palabras y simbolismos nunca antes vistos, simbolos vírgenes, por ser descubiertos. “Los ríos de blusas azules desbordan las esclusas de las fábricas, y los árboles agitadores manotean sus discursos en la acera. Los huelguistas se arrojan pedradas y denuestos, y la vida, es una tumultuosa conversión hacia la izquierda”. “Y las marcas comerciales prenden sus constelaciones. Sobre la acera encerada las lunas juegan boliche.” Esta línea estética resultó radicalmente diferente a las formas del Modernismo, era insolente y retaba la inteligencia del lector. Se basaba principalmente en la enhebración de imágenes poéticas de difícil acceso y comprensión, para evocar un significado personal fruto de los campos semánticos y el ritmo hipnótico, fácil, pero construido a partir del verso libre y el aliento personalísimo de la voz de cada autor. “La tarde, acribillada de ventanas flota sobre los hilos del teléfono, y entre los travesaños inversos de la hora se cuelgan los adioses de las máquinas. ¡Oh, la pobre ciudad sindicalista andamiada de hurras y de gritos!” Se trataba de construcciones sintácticas y verbales mucho más difíciles de lograr que las formas tradicionales del verso medido y el estilo narrativo, pero también mucho más difícil de apreciar. De tal forma que ganaron rápidamente adeptos y detractores, eso sí, hicieron mucho ruido, sacudiendo de fondo las viejas columnas apolilladas que parecían inamovibles, de nuestros círculos literarios. Obligando a la academia que confrontaban y ofendían constante y directamente,
a cuestionarse el papel de la vanguardia en el país y el mundo. Aun cuando la resolución haya sido apagarla. “Maples Arce explica a quién lo entrevistó que el movimiento estridentista […] pretendía “salvar a la generación futura” modificando el gusto artístico. […] la estridencia provocada en su época contribuyó a formar las bases de la poesía contemporánea. “El estridentismo no es una tendencia como creen algunos, ni mucho menos una escuela, como piensan otros. (…) El estridentismo es una subversión en contra de los principios reaccionarios que estandarizan al pensamiento de la juventud intelectual de la América. Esto, nada significa, no tiene importancia alguna: la juventud es sólo un pretexto para hacer locuras, (…). Hemos salido a despilfarrar por las calles paroxistas la juventud y talento que nos sobre. (…) Acabaremos con los encapuchados de la lírica. El secreto no está en manicomios, pero la risa es buena para la digestión”. Exigieron con poesía, canto, teatro, prosa, saliendo a las calles, publicando libros y revistas, con cuanto medio tuvieron al alcance: la transformación total, planteada por la Revolución Mexicana, y ese hecho en sí es el que los convierte en vanguardia. “Los discursos marihuanos de los diputados salpicaron de mierda su recuerdo, […] La metralla hace saltar pedazos del silencio.” Y por ello por su ímpetu revolucionario y por ser vanguardia, fueron consideradas sus propuestas poéticas fuera de lugar y extremadamente radicales. Medios de comunicación, la crítica de su tiempo, la academia que se sintió confrontada y poetas que les precedieron se dieron a la tarea de desaparecer de las páginas de la historia al Estridentismo. La maquinaria entera de las instituciones. “La conclusión central de este trabajo tiene que ver con el efecto que la crítica ha tenido en, ya no digamos la aceptación y reconocimiento del movimiento de vanguardia mexicano, sino en la anulación
total que hasta hace algunos años imperaba en los medios literarios del país y que ocasionó el desconocimiento del Estridentismo y la desacreditación de sus integrantes. Si bien desde el inicio del movimiento, en su afán de proclamar sólo el presente sin importar el pasado ni mucho menos el futuro, los jóvenes estridentistas no consideraron su trascendencia, el solo hecho de haber surgido como tal, como un movimiento de vanguardia, siendo además el de más larga duración en Hispanoamérica, era razón suficiente para ser tomado en consideración por la crítica y la historia literarias.” ¿Cómo de otra forma podría explicarse que el Estridentismo haya sido “olvidado” hasta hace apenas algunos años en los que acorde con la época parece resucitar de entre los muertos, pero no como un muerto en vida, monstruo tan popular, sino más vivo y estridente que nunca. Y tenían razón: la Revolución Mexicana no había terminado entonces y no ha terminado aún, como lo demuestran los ríos de gente que llenan las calles y el zócalo desbordado constantemente a finales de este 2014. Recordemos que la Revolución mexicana fue un conflicto armado que inició el 20 de noviembre de 1910, pero no existe un consenso sobre cuándo terminó el proceso Revolucionario. “La importancia de la vanguardia no consiste, quizá, en sus propias obras, sino en su papel de incitación, de levadura, de componente de una síntesis superior. Si esto es así, es porque sus tendencias han planteado situaciones, han abierto vías desconocidas, han llamado la atención sobre posibilidades, han tratado de delimitar el nuevo modo de vida, de encontrar nuevos instrumentos para la literatura y para el arte, de reflexionar sobre un nuevo tipo de relación entre los creadores y el público”. Los Estridentitas jamás se traicionaron, fueron coherentes con lo que propusieron hasta su disolución, cuando su mecenas Heriberto Jarra, gobernador de Veracúz, “es depuesto por el
gobierno federal, debido a su apoyo a la defensa de los derechos de los obreros frente a las compañías petroleras estadounidenses y británicas, en la cuestión de la explotación petrolera” . Así, al verse privado de su protector, el grupo Estridentista se disolvió en 1927. En una entrevista List Arzubide comenta: “Como revolucionarios integrales, sabíamos que toda revolución que no se decapita a tiempo acaba por hacerse reaccionaria: cuando cristalizada, se obliga a sostener lo que peleó en el inmediato pasado; a hacer tanto por cierto lo que fue impulso y lengua de fuego; a vivir para un hecho, cuando se quería antes reducir los instantes a puro anhelo. Fuimos los únicos revolucionarios dignos de sacrificar nuestra lucha por no tener quien nos heredara.” Por último, como muestra del encarnizado ataque contra el Estridentismo y sus ideas Revolucionarias, cito unas frases de Salvador Novo; poeta miembro de los Contemporáneos, grupo poético antagónico, que más activamente participó en el proceso de silenciamiento y desacreditación, que casi termina por enterrar al movimiento Estridentista. “En un artículo titulado “Algunas verdades acerca de la literatura mexicana actual” (El Universal Ilustrado, 19 de febrero de 1925), Salvador Novo… descalifica la pretensión de hacer literatura social: “Convengamos de una vez en que no hay “poetas socialistas” y “poetas burgueses”. Hay poetas y poetastros; como hay gente limpia y gente sucia, por otra parte. Y el pueblo, obrero, empleado y propietario, todos juntos, juzgan de esto. No convenceréis al obrero de que sois buen poeta, ni al campesino gritándole con asonantes que asesine al patrón o que siga el marxismo. Él sabe todas esas cosas y cuándo hacerlas mucho mejor que vos. Y seguirá mirándolos compasivamente” . ¿POR QUÉ ESTRIDENTISMO? He llegado a pensar que la ciudad es en sí, esa aglomeración acústica que arma nuestro cascaron de estrés, esa sinfonía
violenta y profana que canta a la asfixia del individuo y el yo. Hay lugares que en suma son ese ruido: por ejemplo la esquina aguda donde una roto sierra afina la hojalatería de una “combi” frente a la puerta de salida de cualquier primaria. Uno tiene que bajarse de la banqueta para que no lo quemen las chispas. Otras veces la voz de la ciudad es grave como el ronquido ensordecedor de un motor gigantesco en plena marcha, escamoteando el diesel al tanque de la grúa de cuello de jirafa, que uno puede seguir con la vista perdiéndose entre las alturas del esqueleto metálico de un rascacielos incompleto, en la profundidad maternal del espacio, a veces azul, pero casi siempre azul grisáceo. La polifonía de voces chillonas y llorosas, afónicas o gangosas, de automóviles, vendedores ambulantes y una multitud increíble de gente que conversa entre sí, en grupos o en parejas, todos al mismo tiempo. A veces siento como si parte de mí, pudiera oírlos hablar a todos al mismo tiempo y los sentidos se me embotan, resulta muy tortuoso. Casi siempre bajo el rayo asfixiante del medio día, a veces bajo el manto nuboso, de noche o por la madrugada, multitud que camina, va y viene sin descanso. Esta vorágine de sonidos mezclado puede resultar de pronto, sencillamente asfixiante; estridente. Imagino que se debió a esto el nombre de Estridentistas, pero la estridencia de la nación floreciente no era únicamente acústica, era sobre todo visual. Y esto tiene todo que ver con lo “pintoresco” del país y se resume en la firma de su segundo manifiesto: “PROCLAMANDO: Como única verdad, la verdad estridentista. Defender el estridentismo es defender nuestra vergüenza intelectual. A los que no estén con nosotros se los comerán los zopilotes. El estridentismo es el almacén de donde se surte todo el mundo. Ser estridentista es ser hombre. Sólo los eunucos no estarán con nosotros. Apagaremos el sol de un sombrerazo. FELIZ AÑO NUEVO. ¡VIVA EL MOLE DE
GUAJOLOTE!” El rosa mexicano de las vestuarios folklóricos, los colores chillantes de día de muertos y en los mercados. El mole, el mariachi, la caravana de burros cargados de itacates, cruzando las avenidas recién asfaltadas, teniendo de fondo los grandes rascacielos y las marquesinas de los cines de moda. Los postes de teléfono cruzando el desierto, los sombreros de paja junto a los bombines y los sombreros de copa. Todo aquel contraste visual provocado por el choque del México Revolucionario y las formas pretenciosas y esnobistas de la gran ciudad tecnologizándose: debieron ser algo digno de verse. Sobre eso escribieron los Estridentistas, sobre su cotidianeidad que rayaba en lo surrealista por sí misma. “Yo soy un punto muerto en medio de la hora, equidistante al grito náufrago de una estrella.” Clemencia Corte Velazco analiza estos dos versos que explican como los Estridentistas son esta estrella que en lugar de billar grita, desde el punto medio de la hora. Es como si el poeta se tomara de uno solo de los rayos de la estrella y colgado de él, recorriera el universo, pues no permanece equidistante a la estrella si no a su luz, a su grito, que se mueven sin poder detenerse en el espacio y el tiempo. “El primer verso es una imagen directa simple donde hora es metonimia de tiempo. Yo, dice el poeta, soy un punto muerto, una unidad mínima de extensión que paradójicamente es el origen de la dimensión. Un punto muerto, sin vida o que no la aparenta pero que se encuentra ubicado en el centro del tiempo y a la misma distancia con relación al grito náufrago de una estrella. El grito de la estrella es una prosopopeya, puesto que una estrella no emite sonido, no grita. Sin embargo, la estrella irradia luz. En este caso podemos hablar de una sinestesia: lo que puede emitir una estrella y captamos por la vista, en el mundo poético de Maples Arce lo captamos por el oído. Otro aspecto interesante es que tanto la luz como el sonido viajan
y si el poeta, el punto muerto se encuentra siempre a la misma distancia del grito náufrago de la estrella, también se mueve. LA ESTÉTICA DEL ESTRIDENTISMO Era necesario darle fundamento teórico y estructural a la vanguardia mexicana: formular la estética del Estridentismo. El resultado fue literatura en movimiento, esto mediante la acumulación de imágenes abstractas conectadas por una línea semántica y con temática social de izquierda. Tiene la ciudad como escenario principal, pero incorpora palabras y frases de uso común en el México de los años 20. “Una de las características de la poesía Estridentista es la sobreposición de planos. Es decir, ante una imagen poética se da simultáneamente por lo menos una imagen más, que bien podría ser del mismo tipo que la principal, provocando entonces la sensación de cambio, de movimiento, o bien podría ser de diferente clase. Los tipos a los que hemos hecho referencia son visual y sonoro. No debe confundirse esta sobreposición de imágenes, que da movimiento y sonido a la poesía Estridentista, con la sinestesia, aunque ésta suele apoyar dicho efecto”. Esta corriente de vanguardia lleva la figura retórica de la sinestesia más allá de los sentidos, logrando remitirnos a una interiorización que vuelve consciente, visual, lo invisible. Maples Arce explica: “He aquí, lo que diferencia la verdadera poesía de aquella que no lo es. La poesía en sí, es la exposición sucesiva de las imágenes equivalentistas. Reducción al absurdo ideológico. Imagen multánime. Raíz cuadrada de un coeficiente ideológico-multiplicador común, diferencial de la imagen, a) directa simple, b) directa compuesta, c) indirecta simple-plano de superación. Relación y coordinación intraobjetiva. Synestesia [sic] (superposición de los sentidos); cenestesia (fatiga intelectual).” “Dentro de la poesía son recurrentes las imágenes sinestésicas que consisten en la trasposición de un sentido a otro.
Wellek y Warren concluyen que desde el punto de vista psicológico, la eficacia de la imagen se debe a que es “vestigio”, “reliquia” o “representación” de la sensación. Por otro lado, la imagen puede ser también totalmente psicológica cuando remite a algo invisible, a algo “interior”. Incluso puede ser a la vez presentación y representación cuando se da en forma de descripción o bien de metáfora” Pese a sus innegables aportaciones a la literatura mexicana, el Estridentismo fue descalificado por su línea ideológica, pero se utilizó el argumento de que no era un movimiento original, sino una copia de los ismos europeos, especialmente del futurismo. A diferencia del futurismo que pretendía modificar la sintaxis y la morfología e introducir signos musicales y matemáticos, el Estridentismo centró sus esfuerzos en la semántica poética. Así lo confiesa Arce: “Yo había pensado reiteradamente en el problema de la renovación literaria de manera inmediata, en ahondar las posibilidades de la imagen, prescindiendo de los elementos lógicos que mantenían su sentido explicativo.” El rechazo no obstante se atribuyó mediáticamente al desprecio y desencanto del público, argumentando que este no podía comprender la obra Estridentista. Cosa que no está suficientemente estudiada. “Ortega y Gasset opina: “A mi juicio lo característico del arte nuevo, “desde el punto de vista sociológico”, es que divide al público en estas dos clases de hombres: los que entienden y los que no entienden. […] El arte nuevo, por lo visto, no es para todo el mundo, como el romántico, son que va desde luego dirigido a una minoría especialmente dotada. De aquí la irritación que despierta en la masa. Cuando a uno no le gusta una obra de arte, pero la ha comprendido, se siente superior a ella y no ha lugar a la irritación. Mas cuando el disgusto que la obra causa nace de que no se la ha entendido, queda el hombre como humillado, con una
oscura conciencia de su inferioridad que necesita compensar mediante la indignada afirmación de sí mismo frente a la obra.” En estos años, el Estridentismo está cobrando popularidad entre los nuevos poetas, he asistida a por lo menos tres reuniones en cafés públicos donde se ha leído de forma generosa poesía Estridentista. Las opiniones que he escuchado al respecto son muy buenas y rayan tanto entre quienes les conocen como entre quienes no, ya sean poetas o personas que no tienen contacto cotidiano con el arte o la literatura. Esto me lleva a preguntarme si realmente la gente “común” de su época no les habrá comprendido. O si bien fue un efecto mediático su cuasi olvido. A fin de cuentas el Estridentismo parce haber superado la prueba más difícil de todas para el arte: la del tiempo, que al final, creo, siempre ayuda a hacer justicia al arte. “Schneider hace ver que “el estridentismo está inscrito dentro de un auténtico sistema lingüístico de vanguardia”. No sólo por su desdén hacia la descripción y el uso de pirotecnias verbales sino por la estructura del poema fincada en “escalones de imágenes y metáforas, por lo general de raíz cubista, yuxta puestas, pero motivadas todas por una sola idea” (1970:206-207). Además, el subjetivismo acendrado crea atmósferas que se encuentran más bien sugeridas que declinadas. Otras características son las nuevas formas sintácticas, la búsqueda incesante de una musicalidad y vértigo espiritual producido por el cultivo excesivo de los sentidos. Todo este proceso técnico, concluye Schneider, da lugar a la imagen estridentista.” Me despido con dos versos de Maples Arce, que espero sigan siendo semillas fértiles para nuestra realidad: “Después sobre los desbordes del silencio, la noche tarahumara irá creciendo”. BIBLIOGRAFÍA: 1. Baciu, Stefan, (1955): Estridentismo Estridentistas. Veracruz: Instituto Veracruzano de la Cultura, H.
Ayuntamiento de Xalapa. 2. Corte Velasco Clemencia, (2003): La poética del estridentismo ante la crítica, México. 3. List Arzubide, Germán, (1987): El movimiento estridentista. México: SEP/FEM (Lecturas mexicanas, 2 serie, núm. 76. 4. List Arzubide, Germán, (1995): El libro de las voces insólitas. Praxis, México. 5. Maples Arce, Manuel, (1967): Soberana juventud, Plenitud, España. 6. Ortega y Gasset, José, (1956): La deshumanización del arte y otros ensayos estéticos, Colección El Arquero, Revista de Occidente, Madrid,España. 7. Schneider, Luis Mario, (1981): Reportajes al estridentista Manuel Maples Arce. La Palabra y el Hombre. Oct.-dic. Vol. XXIII, num 40, 65-77. 8. Schneider, Luis Mario, (1983): El Estridentismo, Antología, UNAM (Cuadernos de Humanidades, 23), México. 9. Schneider, Luis Mario, (1986): Ruptura y continuidad, La literatura mexicana en polémica, FCE. (Popular, 136), México. 10. Schneider, Luis Mario, (1997): El Estridentismo o una literatura de la estrategia, Conaculta (Lecturas Mexicanas, 4ª serie), México. 11. Vela Arqueles (1946): Literatura Universal, Ediciones Botas, México. 12. Verani, Hugo J. (1990): Las vanguardias literarias en Hispanoamérica, (Manifiestos, proclamas y otros escritos), FCE, México. 13. Voces del Arte I, (2006): Manifiestos de las vanguardias artísticas, Ediciones del Basurero, Faro de Oriete, México. 14. Wellek, René y Austin Warren, (1979): Comunicación y poesía, Ediciones Coyoacán, México. 15. http://es.wikipedia.org/wiki/Estridentismo