De acuerdo con la leyenda popular, entre los antiguos Aztecas se hablaba de un extraño animal de origen desconocido y dotado de gran inteligencia sombría llamado ahuizotl. Marcia Trejo, en su bestiario prehispánico lo describe de la siguiente manera: “Es como un perrito pequeño, de pelo negro y liso, con orejitas puntiagudas y patas como de mono; su cola es larga y tiene la forma de una mano.” Además, sus dos ojitos negros como de rata, parecieran reír y burlarse de quien los contempla.
Características
Se cree que el ahuizotl habita en lo profundo de las aguas, donde la luz no llega y su presencia se vuelve invisible en la penumbra. Caza a hombres y mujeres por igual con gran astucia; nadie puede atraparlo y pocos escapan. El ahuizotl espera en las aguas turbias, bajo el barro, o en la sombra donde ha de pasar inadvertido. Siempre ataca por sorpresa. Toma a su víctima con la cola y con gran fuerza nada a lo profundo, ahogando a su víctima.
Nadie sabe lo que el ahuizotl hace con las personas que captura. Pero lo cierto (y lo más aterrador) es que, después de algunos días, el cadáver del desdichado reaparece flotando, hinchado, lleno de moretones, sin ojos, ni uñas, ni dientes, pero intacto en el resto del cuerpo, como si al ahuizotl sólo le interesaran esas partes de sus víctimas. ¿Comerá ojos o uñas acaso? ¿Coleccionará dientes? O quizá no los tenga y los use para renovarse. Son misterios que nadie comprende. Quizá sumerja a sus víctimas en un trance, antes de guiarlos a la profundidad de las aguas. Nadie lo sabe.
Se cuenta…
Que el ahuizotl sale a veces del agua para imitar el llanto de un bebe, quizá porque no ha podido cazar en el lago y tiene mucha hambre. Quien se acerca buscando al “bebé” (donde posiblemente imagina que ha sido abandonado), sólo encuentra un final fatal. Asimismo, dicen en los pueblos que si alguien se topa con el ahuizotl y no siente temor ni es atacado por él, la persona morirá pronto.
Por lo tanto, a esta criatura se le considera como heraldo de la muerte.
Cuentan que entre sus víctimas se encontraban frecuentemente pescadores del lago de Tenochtitlán. Puede juntar bancos de peces y hacerlos saltar del agua para tentar la codicia humana.
Esto nos habla quizá de un poder sobrenatural que el ahuizotl ejerce sobre la naturaleza y especialmente sobre las aguas y las criaturas marinas. Se dice que si alguien intenta ayudar a la presa de esta terrible criatura, el agua se arremolina haciendo gran espuma formando fuertes corrientes de agua y viento. Esto hace imposible que cualquier alma con buena voluntad y valentía acuda al rescate del infortunado (a).
Es común en el México prehispánico encontrar a innumerables dioses presentados bajo infinidad de formas. Estas deidades eran siempre misteriosas, caprichosas, inclinadas hacia el bien o el mal y asociadas a la naturaleza.
Por eso no es de extrañar que el ahuizotl posea esa ambivalencia y poder sobre las fuerzas naturales, de las cuales forma parte.