No recuerdo la primera vez que la vi. La recuerdo como parte de un acantilado en la playa con una forma que bien podría ser humana, surgida de la mente de un escultor o del geológico capricho de la naturaleza.
Supe que se le llamaba la Roca de Siria. Un lugareño me dijo que no era cualquier roca, cosa que yo ya había notado.
–Se le llama la Roca de Siria porque se dice que fue traída de Oriente por los cruzados que en Tierra Santa luchaban por el Sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo; en esa época se encontraba en un lugar cercano a Damasco.
Los cruzados decían haber oído de sarracenos y judíos que la roca era Adán, el primer hombre, hecho de barro, que habiendo sido moldeado por las manos de Dios, este no permitió que se volviera polvo. Dios lo regresó al barro de su origen y sopló para infundirle eternidad; he ahí el testimonio del primer hombre.
–¿Usted cree cierta la leyenda?
–Yo no la creo ni la niego, tan solo digo lo que he oído... Sobre esta roca he oído muchas cosas pero también las he visto y puedo decirle que es muy humana.
El lugareño calló un momento y miró hacia un punto indefinido entre el acantilado y el fondo, donde el mar y el cielo se juntan sin jamás tocarse.
“En invierno parece estar triste, se ve envuelta en sombras, aun en los días soleados; su tristeza parece empezar en los primeros días de otoño hasta llegar a convertirse en una simple sombra.
“Por el contrario en primavera luce alegre, hasta su color parece cambiar y cerca del día de San Juan luce esplendorosa y vigorosa, pareciera anunciar su victoria sobre los elementos o quizá la victoria de nuestro Salvador sobre el que se opone.
“A los pies de la roca se forma un pequeño charco, yo he visto a gente curarse con esa agua.”
Al tiempo que el lugareño hablaba, imaginé o vi, es difícil saberlo a un anciano tomar un recipiente de un costado de la roca, sacar un pedacito de algo brillante y llorar como un niño. Vi un gallo y un perro.
Una paloma y un cisne. El resplandor del sol me regresó a la voz del lugareño.
–¿Nunca han venido enfermos para encontrar alivio a sus males o gente a venerar un lugar santo?
–Muy escasos, sólo lugareños y algún peregrino errante. No sé si sea una roca santa, pero no es común.
“Se cuenta que una vez mujer con ansias de tener un hijo vino una noche de verano y besó la roca al tiempo que la abrazó durante largo rato. Tuvo un hijo. Nunca nadie vio o supo del padre.
“Alguna vez vivió por aquí un loco, decía que la roca cantaba, decía que su voz era tan bella que no podía evitar llorar cada vez que escuchaba los sonidos de la roca.
“También decía que hablaba en una lengua que él no había oído jamás, que no era la nuestra, decía que las aves le obedecían, que volaban de acuerdo a las palabras de su incomprensible lengua.
“Tal vez ese loco realmente veía y oía cosas que nosotros no.”