Hoy piensas ser la reina de la casa, rara vez se te presenta la oportunidad. Papá está internado en el hospital recuperándose de una cirugía, mamá se quedará toda la tarde cuidándolo y tu hermano mayor con su mejor amigo. Piensan que con doce años ya eres lo bastante responsable para no necesitar niñera, por eso nadie podrá impedírtelo.
Vas hacia el guardarropa de mamá, tomas el vestido verde, también el azul celeste. Aunque sabes que no podrías llenar ninguno de ellos, quieres usar sostén, eliges uno negro con encajes. Lo que más te gusta es usar zapatillas, quieres ponértelas todas. Empiezas con unas color café, te quedan enormes, pero no importa, caminas hacia el espejo de cuerpo entero imitando la manera de andar de una modelo, observas en él cómo se te miran. Te desnudas. Por un instante te avergüenza lo que ves, pero inmediatamente cambias de estado de ánimo y comienzas a posar como si te tomaran fotos para una revista. Decides ponerte el sostén. Siempre te has imaginado con senos grandes, piensas que algún día podrías tenerlos. Quisieras parecerte a Britney Spears o a cualquier otra famosa de las que salen en la televisión. Te pruebas los dos vestidos, eliges el celeste, te cambias las zapatillas cafés por unas blancas. Tu transformación está casi lista, sólo falta maquillarte. Colocas un poco de rubor en tus mejillas, te pintas los labios de carmín. Vuelves a hacer poses frente al espejo. Ya te sientes reina. Te diriges hacia el pasillo principal y caminas por él como si fuera una pasarela. Vas de un extremo a otro varias veces como si hubiera público a los lados admirando tu belleza. El cansancio se apodera de tu cuerpo y vas a acostarte en la cama de tus papás. Prendes la televisión, pierdes por completo la noción del tiempo, te quedas dormido.
- ¡Pero qué es esto! – exclama mamá con un fuerte grito que te despierta - ¿Por qué estás vestido así? No sabes que decirle, sientes ganas de llorar. Entra tu
hermano.
-¿Qué voy a hacer contigo? ¡Qué vergüenza! - vuelve a gritar mamá. Sigues sin saber que decir. Empiezas a llorar, mamá también, pero se retira de la habitación, no quiere verte.
-¡Ya hiciste llorar a mamá pinche jotito! – dice tu hermano enfurecido. Observas cómo el color de su rostro empieza a tornarse rojizo. La vena de su frente sobresale, sus puños están cerrados, se te acerca, gritas.
Sientes tu cuerpo adolorido, no recuerdas lo que sucedió. Tocas tu rostro y la sangre que aún sale de tu boca. Asustado llamas a mamá, nadie responde. Otra vez estás completamente solo. Volteas a ver la televisión, están pasando un video de Britney Spears. Comienzas a llorar, recuerdas todo. Te levantas, caminas por el pasillo en el que antes te sentías la reina de la casa. Ahora sabes bien que no lo eres. Nunca lo serás. No de esta.