“Si de aquel lugar ves salir un niño,
significa que ahí se encuentra su lugar de reposo”
Mi cabeza aún no logra sostenerse por sí sola, es por eso que se me ha injertado una caña seca en la columna vertebral. Mis manos derogadas han sido apartadas de mi tronco y mis ojos fueron abiertos con la garra de un águila para después ser tejidos con hilos finos color blanco para que no puedan cerrarse y en algún momento llegue a ver la luz. En ciertas partes del cuerpo nos es cosida la piel de conejos desollados por nosotros mismos para evitar el frío. Mis pies sostenidos con lodo me hacen deambular de un lado a otro hasta que llega un nuevo ser, es ahí en el centro del bosque donde se encuentra el gran pozo. En ese lugar nos reunimos para formar al nuevo ser. Con nuestros cantos derramamos la tristeza del mundo para que logren el jubileo eterno. Dariel fue primero, él nos guía y nos protege. Fue el primero que vivió la soledad eterna en este bosque gris y es aquél quien posee el secreto de aquél que vive en el silencio. Dicen que fue en la puerta cuando dejó de hablar, esa gran puerta rodeada de raíces rastreras, con un gran espejo en su marco y custodiado por un ciervo ciego para evitar que uno la cruce solo y no tenga retorno a esta vida. Él fue el único que ha regresado con la memoria intacta de aquel lugar. Guiado por el ciervo encontró la puerta que ahora podemos cruzar. Por momentos finge dormir sobre las ramas secas, aunque sepamos que es imposible; sólo cuando llega la hora del canto podemos escucharle ferviente al advenimiento. No sabemos su nombre pero es igual a nosotros como nosotros a él. Y aunque nos nieguen, sentimos a través de él este miedo indescriptible.
-¿Cuántas veces imaginamos aquel momento en el que nos es regalada la vida? Por momentos creo en el vacío, en la luz que desaparece en el fondo tan pronto siente una nueva presencia. ¿Se esfuma? No. Regresa a darme el camino que me hicieron perder…De pronto,
quisiera arrojarme en aquel abismo en donde la luz esperaba aún mi llegada.- Dariel escuchaba atento las palabras de Ezequiel quien, desesperado, tomaba lodo para echárselo en los pies.– Ustedes que tomaron mis pequeñas manos para no caerme en aquel pozo. Ustedes que al igual que yo, somos hijos de la naturaleza eterna. Si aquellos lazos nos desgarraron para siempre de lo desconocido, los nuestros nunca se ablandarán fuera de este lugar.
Dariel lo tomó por los hombros y lo puso frente al espejo.
- ¿Es tanto tu deseo por estar en ese lugar?- le preguntó.
- No sé realmente lo que vi., ni sé lo que significan mis palabras- dijo Ezequiel agachando la cabeza.
-¿Qué has visto? Tal vez yo pueda ayudarte. Dime, ¿cómo fue que llegaste ahí?- le preguntó Dariel mientras se sentó sobre las hojas secas invitando a Ezequiel a hacer lo mismo.
-Fue un lamento, casi como un canto. Mi nombre fue susurrado por el viento y yo seguí aquella voz que porfiaba mis malogrados oídos. Seguí el camino de la oscuridad que me condujo frente a la puerta. Las raíces enredaron mis pies como si no quisieran que fuera más allá. Fue entonces cuando miré a través del espejo a aquella criatura donde se posaba una pequeña luz en su cielo bajo. De sus profundidades salía mi nombre. Era muy distinta a nosotros. Sus manos eran más largas y suaves, de su cabeza caían hilos negros que le cubrían el rostro. Estaba acostada sobre una gran piedra forrada de telas.- Ezequiel se levantó y dirigió sus manos hacia el ciervo para acariciarlo.- Quise cruzar aquella puerta pero me fue imposible. Entonces el ciervo me indicó el camino.
-Dime. ¿Dónde está? – preguntó Dariel.
-Ahí detrás del espejo. Existe otra pequeña puerta que se abre por momentos.
-La puerta que cruzarán los niños para jugar con sus hermanos, la puerta que les indicará el lugar en donde estamos…pero dime, ¿qué más sucedió?
-En un instante me vi frente a la criatura, se veía diferente.
De sus ojos pude ver algo que brotaba, era tan transparente como el agua que fluye del pozo. Subí a esa piedra en donde estaba pero ya era distinta, me hundía a cada paso que daba. Por curiosidad toqué aquellos hilos negros que tenía en su cabeza y fue en ese momento cuando me miró. Con una sonrisa fúnebre pronunció mi nombre, caí asustado. Sus largas manos se detuvieron en su vientre y se arrastró hacía mi. Con una sonrisa fúnebre pronunció mi nombre…Miré nuevamente y otra vez me encontraba frente al espejo, poco a poco se esfumó aquella imagen pero hay ocasiones en que escucho ese lamento. ¿Puedes decirme tú, el significado de esa visión?
-Sólo he escuchado rumores lejanos, nada que pueda decirte sin ilusión. Sin duda tú has sido la llave, porque nadie debe recordar mas que aquél que pueda escuchar su origen.
-¿Sabes por qué esa criatura repetía mi nombre?
Dariel se levantó y comenzó el largo camino hacia el pozo.
-Es hora que debes venir conmigo. Debemos recibir a aquél que llega en este momento.
-Pero dime, ¿qué fue eso? ¿qué era eso que de sus ojos salía?
Dariel se detuvo y de espaldas a Ezequiel le respondió:
-Dime antes, ¿Sabes por qué cantamos frente al pozo?
Ezequiel negó con la cabeza.
–A cada momento debemos orar para poder ver la luz, le pedimos a Dios que destruya el mundo para poder ver la luz. Sólo así nuestros cuerpos podrán completarse. Lo que de sus ojos brotaba eran lágrimas. Porque esa criatura que tocaste con tus pequeñas manos son los brazos que te arrojaron aquí, al limbo.- dijo Dariel mientras continuó su camino al pozo dejando en completo silencio a Ezequiel.
Desde que aquél que reina el silencio regresó, podemos jugar por las noches con nuestros hermanos. Hay ocasiones que atravesamos la pared para que vengan a jugar con nosotros esos niños, pero siempre cuidados por el ciervo para que no perdamos el camino de regreso.