En una era lejana, más vieja que la más vieja de las piedras de nuestra tierra, en un lejano lugar fuera del alcance del hombre, existía un bosque encantado lleno de criaturas mágicas en el cual se alzaba una colosal edificación hecha de piedra blanca, gemas de colores y cristal puro del interior de la tierra, la cual era llamada por todos “el Faro de Piedra y Cristal” en el piso más alto de esa torre vivía un guerrero llamado Kanath que era el protector del bosque, Kanath era un guerrero habilidoso y un poderoso mago, sin embargo y a pesar de todo su poder, su destreza en el combate y todos sus conocimientos, estaba solo. Kanath siempre vivió en su bosque, siempre vigilando que el mal no penetrara en su adorado hogar, observando las estrellas por la noche a través de la cúpula de diamante de su torre, conversando con los animales, las hadas, las ondinas, los elfos, los silfos, las salamandras y los elfos, pero a pesar de sus muchas amistades con las criaturas del bosque, él era alguien único allí, no tenía las orejas puntiagudas, su cabello era negro como la noche, su piel era de un color blanco níveo y no poseía alas, tenía los ojos de un extraño color amatista, y tenía dos colmillos afilados, poseía en su cuerpo marcas arcanas desde que nació que brillaban en color azul a la luz de la luna y se teñían de rojo a la del sol, nadie más en el bosque era parecido a él, no había en el bosque ningún ser con sus mismas características y mucho menos uno que le complementara, pues lo peor de todo era que, en su corazón, Kanath sentía un espacio vacío y negro que ninguna victoria, conocimiento o cosa podían llenar y por eso se sentía muy incomprendido, deseaba con todas sus fuerzas que alguien como el apareciera, que alguien le entendiera y quisiera por cómo era, sin embargo, lucha tras lucha él vivía solo, y no encontraba nada parecido a lo que él quería. Un día apareció en el bosque una joven bruja llamada Amelly, había
llegado hasta allí por casualidad en sus viajes para recolectar hierba, y conoció a Kanath por accidente, los dos hechiceros se aceptaron a regañadientes, pues aunque Kanath no tenía nada en contra de los humanos que habitaban el reino cercano al bosque encantado, no confiaba en aquellos que cortaban árboles para quemarlos en hogueras, o que mataban a sus amigos animales para exhibir sus pieles y cabezas en sus paredes. Sin embargo, la bruja no parecía de esa clase, y por desgracia para Kanath, solo en el bosque encantado podía la bruja encontrar las hierbas mágicas que requería para sus conjuros: -Bien- dijo el guerrero del bosque mientras sus marcas mágicas se iluminaban en color rojo por el enfado –Te permitiré recolectar tus hierbas en mi bosque, pero guárdate bruja de que te encuentre robando del pozo de las gemas, cortando la madera de los pinos azules o empuñando un arco o ballesta contra mis animales. -No soy ningún monstruo para apuñalarte por la espalda en cuanto me la muestres, guerrero- dijo ella con el ceño fruncido mientras se arrodillaba a recoger su canasta y salía con la cabeza alta del bosque. Así empezó la dificultosa relación entre Kanath y Amelly, quienes, aunque al principio no se llevaban nada bien, con el tiempo se fueron haciendo cercanos, convirtiéndose en muy buenos amigos, Kanath le permitió a Amelly subir al Faro para observar las estrellas, y ella le mostró su grimorio donde constaban todo tipo de pociones y curaciones, con el tiempo, el afecto entre ambos fue creciendo y creciendo, hasta que llegó el día en que con beso bajo el árbol de plata con hojas de esmeralda, acordaron compartir sus vidas. Kanath sentía que por fin había alguien en el bosque que lo comprendía y que lo valoraba como era, sin embargo, no se dio cuenta de que Amelly lo manipulaba y lo amoldaba a ser como ella quería, cambiando poco a poco su personalidad a conveniencia de la bruja, quien no solo no se contentó con esto, si
no que teniendo el corazón del noble guerrero en un puño, se aprovechó para extraer 7 piedras preciosas místicas del pozo de las gemas y repartirlas entre su aquelarre de hechiceras, cortar uno de los altos pinos azules del bosque y usar su madera para alimentar una fogata en la cual preparar sus pócimas y utilizar un arco encantado para atravesar con una flecha la garganta del ciervo blanco, para arrebatarle sus astas de oro y su piel nívea, que era capaz de curar a cualquier enfermo sobre el cual fuera puesta.. Kanath parecía no enterarse de todas estas fechorías, pues Amelly siempre se las ingeniaba para culpar a algún cazador, leñador o ladrón por estos actos, de forma que era Kanath quien, enfurecido, siempre perseguía al desdichado inculpado y le mataba utilizando su espada encantada de fuego para quemar luego los cuerpos para que nunca fueran encontrados. Y si se piensa que esto es ya de por sí malo, habrá de saberse que el amor que la bruja decía profesarle a nuestro guerrero también se lo prometía a otros hombres, hasta que un día ella terminó por entregarse a un hechicero del reino vecino al bosque, cuando Kanath se enteró de esto, y además, descubrió que había sido Amelly había sido quien cometiera las fechorías en el bosque, reclamó su traición a la bruja, quien con descaro la admitió: -¿Pensabas que realmente no tuve nada que ver?- preguntó la bruja –Alguien tan inseguro como tú que nunca habría de estar bien de no ser por mi presencia aquí, no merece siquiera que me excuse, eres un sirviente Kanath, y siempre lo serás. -Maldita seas- dijo el guerrero desenvainando su espada encantada y abalanzándose contra la hechicera, quien no se esperaba esto, intentó bloquear el arma mágica con su báculo, pero se le olvidó que Kanath era además un poderosísimo mago, que había forjado esa espada del bastón del rey de los magos hacía ya mucho tiempo, y que la imbuyó con antiguos y secretos conjuros contra los
que no había defensa y ante el poderoso ataque de la espada encantada, el báculo de la bruja se quebró, dejándola sin poder. -No por favor, te lo suplico, espera- gritó aterrada Amelly cayendo en el suelo del bosque intentando protegerse con los brazos -Debería matarte por lo que has hecho- dijo Kanath colocando el filo llameante de su arma en el cuello de la bruja, pero luego bajó su acero y lo envainó –Pero eso solo me haría igual a ti, ahora ya no eres una amenaza para mi bosque sin tus poderes, te dejaré en libertad si me dices donde están las astas de oro y la piel del ciervo blanco, y a quien le diste las 7 piedras preciosas del pozo de las gemas. La bruja, aterrada y sin poder, no tuvo más opción que revelarle al guerrero del bosque la ubicación de dichos tesoros, lo cuales se habían repartido por todo el mundo, Kanath con pesar dejo cerrado el Faro y se embarcó en una cruzada para recuperar los tesoros y durante 4 años viajó de aquí para allá sin descanso alguno, atravesando los más grandes desiertos, las más heladas montañas, los más tormentosos mares, este viaje le llevo a conocer a mucha gente buena y mala, aprender de otras culturas, entender que no todos los humanos eran malos y le permitió sanar un poco su corazón herido. Al final, logró recolectar los tesoros completos, y aunque regresó a su lugar las 7 gemas encantadas, también entendió que las astas y la piel de nada le servían, por lo tanto, con ellas trabajó durante muchas lunas y creó con estos objetos varias cosas: Las astas de oro las fundió y de ellas forjó un par de brazaletes encantados que contenían ambos una piedra lunar caída a la tierra que él tenía guardadas, este juego de brazaletes tenía la capacidad de darle la fuerza de 10 hombres a su poseedor, siempre y cuando este estuviera luchando por una causa noble, además, si eran robados, se calentarían tanto que terminarían por consumir al ladrón. De la piel creó una capa
engalanada de oro y cubierta de pequeños destellos de luz de estrellas, quien la llevara puesta adquiriría la capacidad de sanar cualquier herida y curar cualquier enfermedad por rara que pareciera, salvando las vidas de muchas personas, Kanath se enorgulleció de su trabajo y por primera desde que regresó de su odisea en busca de los tesoros, salió de su bosque a lomos de un lobo plateado gigante y se dirigió al Reino, donde se enteró que Amelly había contraído nupcias con el joven Rey y por tanto se había convertido en Reina, él no se amedrentó y se dirigió al palacio, donde presentó los brazaletes y la capa al rey como un obsequio de paz, para que el bosque y el reino fueran aliados, El joven Rey recibió con los brazos abiertos al noble guerrero y afirmó que así sería, pero Amelly no estaba tan contenta, quería venganza contra Kanath por arrebatarle su magia, y con eso en mente, trazó un plan. Pocos días después a la puerta del Faro llegó una muchacha, una esclava de piel del color del bronce, procedente de las tierras lejanas más allá del gran desierto, Kanath le ayudó y la acogió en la torre, dándole comida, ayuda y amistad, la muchacha poco a poco se fue haciendo lugar en el corazón de nuestro guerrero, su nombre era Zedna, y era una aliada de la reina, quien le había enviado al bosque para enamorar a Kanath, traicionarlo y hacer que su nombre fuera conocido como el de un malhechor. Zedna cumplió bien su objetivo y ganándose la confianza de Kanath, le fue enamorando poco a poco, pero algo con lo que no contaba la reina era que la muchacha de tez morena se enamoraría del noble guerrero, y que un día llegaría al palacio con una petición: -Mi señora, se lo pido, escoja a otra mujer para este trabajo, Kanath es bueno, es un hombre de corazón noble, y yo no soy capaz de lastimarlo, le suplico por favor que me deje marchar. -Así que te has enamorado de ese perro mago ¿he? Muy bien, eres libre- dijo haciendo que uno de
sus guardias le quitara el brazalete que la identificaba como esclava –Vete a estar con él, pero a cambio, tu madre y tu hermano menor perderán la vida- dijo la cruel reina mientras dos guardias traían al salón tanto al niño como a la anciana madre de Zedna, ella horrorizada suplicó que no se les lastimara, y la reina le ofreció un trato: La venganza contra Kanath por la vida de su familia. Zedna no pudo hacer nada más que aceptar, y tendiéndole una trampa al guerrero, lo inculpó del asesinato de un noble de la cohorte y de varios niños y mujeres del pueblo, el guerrero, sintiéndose dolido y traicionado, no tuvo más opción que huir. La gente del reino pronto empezó a temer y odiar a Kanath, por lo que él se recluyó en su bosque y su torre, las criaturas del bosque quisieron consolarlo, pero su dolor era tan profundo que nadie podía ayudarlo con este, poco a poco se volvió más y más frio, limitándose a proteger el bosque, sin involucrarse como antes lo hacía con las criaturas de allí, pasó de ser el amable amigo de todos al frio guardián, parecía un alma en pena caminando por los caminos de césped verde con la cabeza gacha y la espalda encorvada. Zedna sabía del dolor que le había causado y para remediarlo, hizo algo terrible, puso a su hermano y a su anciana madre en un barco que se dirigía más allá de las tierras del verano de los elfos, y luego, tomando una cuerda, se ahorcó en la habitación del rey, no sin antes dejar una carta dirigida al mismo donde todo se explicaba. Cuando el Rey encontró esto, y sintiéndose furioso, buscó a su esposa y le golpeó en el rostro con una pesada cadena de hierro, luego la desnudó, la llevó al cadalso he hizo pública su traición, la reina murió quemada en la hoguera por sus crímenes en contra del reino y por culpar en falso a Kanath, el rey envió emisarios hacia el bosque para avisar al guerrero, pero todos regresaban con la misma noticia, el valeroso guerrero se había recluido
en el Faro de Piedra y Cristal y no le abría la puerta a ninguna persona. El Rey no encontraba como contactar con el bravo Kanath, y con los años, dejo de intentarlo, incluso encontró nueva esposa, pero la gente del reino nunca le olvidó, le dejaban ofrendas en los lindes del bosque y esparcían las historias de su bravura por el reino y los reinos colindantes. Un día en que Kanath se había decidido a salir de su torre para dar un paseo arrastrando los pies por el bosque, a su vida llego cierta hada. Le conoció por casualidad, cuando la hermosa criatura alada revoloteaba por allí: -Guerrero- le preguntó –Siento que hay una gran pena en tu corazón, ¿Por qué es? -Querida hada- dijo Kanath con una voz que más bien parecía un lamento –Te suplico me dejes en paz, solo quiero estar solo, pues cuando estas solo, nadie te abandona o traiciona. Pero el hada nunca se rindió, diariamente iba al faro a ver a Kanath, se convertía en ruiseñor en su ventana y le cantaba las más bellas canciones, tocaba para él la Lira cuando salía a caminar, y le ofrecía una infinita ternura y cariño que poco a poco logró derretir la jaula de hielo en que Kanath había encerrado su corazón, ambos establecieron una muy hermosa amistad que duró 4 meses, 4 maravillosos meses en que el corazón de nuestro guerrero sanó de sus heridas. Sin embargo, luego de eso, el hada dejó de hablar con Kanath, no hacía caso cuando él la llamaba, y cuando andaba por el bosque lo evitaba, Kanath sufría mucho por esto, pues no entendía por qué su buena y querida amiga ahora le ignoraba. Pero al menos volvió a ser el mismo cariñoso amigo que todos conocían, todos le querían de nuevo, y él se sentía consolado por eso. Los Gnomos le invitaban a sus festejos, los faunos bailaban con las dríadas alrededor del fuego al son de la flauta de Kanath, las Ondinas cantaban para él canciones, y la gente del pueblo iba a verlo al bosque con palabras de ánimo y aliento, y con
muchas disculpas. Kanath poco a poco volvió a ser el buen amigo y cariñoso protector de siempre, más una sombra seguía habitando en su corazón En efecto, se había enamorado del hada, y haberla perdido sin saber siquiera el por qué, le hería en lo más profundo de su alma. Lo que no sabía es que aquella hada sentía por él ese mismo profundo amor que ahora les unía, pero ella, al no saber cómo expresarlo, esperaba que Kanath terminara por odiarla si ambos estaban un tiempo separados. Pronto apareció en el bosque encantado una segunda hada, un hada de alas azules y ropajes negros, con la sonrisa más brillante que la luna y los ojos más negros que la noche y más brillantes que estrellas, esta hada había venido desde muy lejos para conocer al Gran Mago Guerrero que vivía en El Faro de Piedra y Cristal, el hada era acosada por espíritus malignos y pensó que Kanath, el legendario mago guerrero de quien tanto se contaba podía ayudarle, y así lo hizo Kanath. No solo pudo ayudarle al hada a ahuyentar y doblegar a los seres que la perseguían, además le ayudó a crecer como hechicera y como persona, poco a poco, el vínculo entre ambos se fue haciendo más y más fuerte, mientras paseaban de la mano por el bosque, ella escribía bellas poesías que recitaba acompañada de la flauta del guerrero, y él le forjaba con luz de luna y rayos de sol los más bellos regalos. Kanath se enamoró también de ella, sin embargo, en su corazón aún vivía la primera hada, El guerrero del bosque estaba confuso, con su corazón constreñido y su mente en otra parte, pensó durante muchas lunas, y entonces tomó una decisión, reunió a las dos hadas y ante ellas, sacó de su pecho su latiente corazón, lo partió a la mitad con su espada mágica y entregó una mitad a cada una diciéndoles: -Ambas son las dueñas de esto, además, yo no sé usarlo apropiadamente, por lo tanto, ahora se los obsequio a ambas, yo por mi parte, partiré hacia el oriente para
aprender más sobre mí mismo y sobre cómo usar mi corazón, les pido que se hagan cargo de proteger el bosque encantado y la torre de piedra y cristal mientras yo no esté, algún día volveré y les comunicaré mi decisión- y diciendo esto, Kanath llamó a su fiel compañero el lobo plateado y montando en su lomo, clavó su espada encantada en una roca antigua para luego desaparecer en el horizonte, de la espada creció un enorme roble blanco con hojas plateadas que esperaría el día en que el dueño de la espada regresara para entregársela. Y así es como, aun a día de hoy, Kanath sigue viviendo en el oriente aprendiendo todo lo que puede sobre sí mismo, sobre su corazón y sobre cómo ha de usarlo, mientras sigue el camino del guerrero enseñado por los grandes maestros de la espada, las hadas nunca volvieron a saber de él, pero siempre guardaron su corazón como un recuerdo del noble guerrero del bosque, y aún hoy, le esperan cuando el crepúsculo se cierne sobre los pinos azules renacidos, cuando los rayos de la mañana calientan el lomo del pequeño ciervo blanco que ha nacido en lugar del antiguo, y piensan en el mientras ven como refulgen las piedras preciosas del pozo de las gemas..